Anhelada centella
Que prende la pasiva vela,
Desprendiendo al calor,
El aroma y lo dúctil de su esencia.
Arrebata este pabilo erguido,
Desafiante y orgulloso,
Después de la tormenta;
Derritiendo ese endurecido
Corazón de cuerda.
Incendia hasta el último
De sus nervios,
Hasta que se evaporen
Y desaparezcan.
Quiero ser puerto y faro tuyo.
No dejes nada a la tristeza.
Por Arminda C. Ferrera
Que decirte..
Que me encanta!
Que son un lujo las mañanas en las q descubro un nuevo poema tuyo 🙂