Sólo treinta despertares con tu ausencia, y luego
tu carne convertida en pandemonio
provocando mis instintos
extrayendo con soez delicadeza al cromañon
que se escuda detrás del intelectual hipermoderno.
Sólo treinta madrugadas de levantar la peersiana,
correr las cortinas
y no encontrate entre la luz
hasta que tus números impares invadan mi cama,
mi cocina, mis baldosas
y los dos juguemos a creer en medias naranjas
y que los destinos
(porque son muchos, claro)
siempre supieron que ibas a venir.
Sólo treinta insomnios maldecidos que acaparan
totalitarios
las horas que programé con atención y alevosía
a descansar y conseguir algo de cordura
un poco, aunque sea,
que me permita decirle NO a tu presencia
que incluye, inexorablemente, tu partida.
Por Nicolás Hochman
😥 Es precioso, no conocía a ese poeta..