Escribía afanosamente en su cuaderno con cierto alivio. ¡Al fin! había alcanzado la inspiración que durante todo el día ansiaba encontrar y que la muy esquiva, por no decir una palabra peor, se escabullía entre las horas interminables y vacías…
– No, ¡maldición! – Gritó su mente confusa cuando se dio cuenta de que había cantado victoria antes de tiempo.
El espejismo se desvanecía a cada trazo que realizaba su triste pluma.
La musa al otro lado del universo se reía maligna.
– Argggg – lanzó la pluma lo más lejos que pudo. Resopiró hondo.
Se dirigió a la cadena de música derrotado y le dió al PLAY…
Jajajaja, cuantas veces no nos habrá pasado eso… 😀 Eso sí, la pluma no la tiro, que es una Montblanc y me sancochan 😛
A mí, desgraciadamente hay días en los que tengo el mal del escritor. Qué se le va a hacer
hay males peores, pero para este hay poca cura 😉
Oh por supuesto que los hay, pero por ahora no tengo otros males que me aquejen. Ya estoy tomando vitaminas para remediarlo jaja