Viendo la multitud, subió al monte; y sentándose, vinieron a él sus discípulos. Y abriendo su boca les enseñaba, diciendo:
– Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados […]
La gente empezaba a preguntarse si aquella lección entraba para examen. Preocupados sacaron sus tablillas de cera y el punzón para tomar apuntes afanosamente. Media hora más tarde seguía recitando…
– … Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio. Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón. Por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo, y échalo de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno. Y si tu mano derecha te es ocasión de caer, córtala, y échala de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno…
Uno de los que asistían al sermón, nervioso se levantó y comenzó a dar saltitos y a llamar al maestro con la mano alzada para lograr su atención.
– Disculpe maestro… ¿va a ser una prueba teórica o práctica?
– Por supuesto, práctica… saber la teoría no basta… – dijo algo confuso con la interrupción. Pero se arremangó las mangas, cogió aire y siguió declamando – Y también fue dicho: Cualquiera que repudie a su mujer, déle carta de divorcio. Pero yo os digo que el que repudia a su mujer…
– ¡ Maestro, maestro!… -grito uno de sus discípulos -.
– Que pasa ahoooraaa…
– Maestro, mirad…
Y entonces se dio cuenta de que la mitad de la congregación se retorcía en el suelo gritando o gimiendo, agarrándose los muñones y estrujado los globos oculares con la mano sana que les restaban…
Bueno hay unos señores que han parodiado esta escena mejor que yo, seguro que conocen la película y los actores, que lo disfruten.
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