Sobre la tierra sin nombre, llora el hermano por su hermana. Sus brazos que debían haberla protegido arañan el polvo, lo estruja entre sus dedos y lo golpea. El corazón, desecho en pequeños pedazos que rápidamente se congelan en su pecho, hace una oscura promesa: vengarse de todos aquellos que por miedo, la arrojaron al olvido. Su dios ha abandonado para siempre al hijo y él al Padre.
En su mente ve las tierras cubiertas de nieve inmaculada, el frío corta su aliento atrapado en volutas de humo blanco y tibio. En sus sueños la paz acude a su alma cuando la ve correr por los campos nevados como antaño, con la carita enrojecida por el viento helado e iluminada por una sonrisa cuando llega a sus brazos; con la pequeña cabecita y su larga melena llena de juguetones bucles estrechados entre sus manos y su cuerpecito arropado en un abrazo.
– Largo es el camino que he de recorrer para encontrarte de nuevo.
Por Huid – Zaohr