Sobre la vida y la muerte

Era un fantasma que caminaba por la calle como un transeúnte más.

Tan sólida era su figura que creyó que si cruzaba la carretera hasta la acera de enfrente por donde transitaba podría estirar la mano y rozar su piel, y que el tacto le devolviera el calor y la presión sanguínea bajo ella.

Escarmentado de anteriores visiones en la que el espíritu o la ilusión del alma le acompañaba como un amigo silencioso y discreto, optó por ser un mero espectador de la aparición sobrenatural.

Un ánima que desconocía que hacía tiempo había dejado de respirar, de que el rítmico retumbar en su pecho ingrávido no era del corazón… que había perdido en su memoria los rostros, los nombres, que su cuerpo había desparecido convirtiéndose en efimeria.

Tanta era la firmeza de su convicción de que aún caminaba entre los vivos que se llegó a chocar contra un viandante y le pidió disculpas… a lo cual dicho individuo le contestó cortésmente que no había sido nada, para continuar luego con su camino. Y compró el periódico con una sonrisa pintada en su boca, y recogió una pelota que a un niño se le había caído, y preguntó a una persona que esperaba en la parada del transporte público si había pasado el autobús y se pusieron a criticar sobre la puntualidad y la calidad del servicio.

Era tan real, tan real, que empezó a plantearse que a lo mejor el difunto era él y había pasado por alto el nimio y pequeño detalle de su muerte.


Sobre la complejidad Humana (10)

Me comen los nervios de las patas para arriba

Tengo el estómago cerrado a cal y canto

Y el esfínter ligero como una llave de paso.

Me gustaría ir a la velocidad del hiperespacio

Que no es lo mismo que hiper despacio;

Tener ocho brazos, mil ojos

Y dos cerebros para discutir conmigo misma

Y tener una segunda opinión.

Para estresarme solo tengo una vida,

Preferiblemente durante ocho horas diarias;

Desgraciadamente para infartos,

Solo tengo un corazón.

Qué esperaban, soy humana,

Ni más ni menos

No un monstruito de ciencia ficción.

 

Y apesar de todo, soy feliz… he ahí la complejidad humana

Sobre la complejidad humana (9)

– ¿Me podría hablar de su trayectoria laboral? ¿Tiene experiencia en el sector? – preguntó con ascetismo profesional

– No la verdad es quelo que se dice experiencia no tengo mucha, no, de hecho muy poco, vamos casi nada, por no decir nada

– ¿ En que está cualificado? – le respondió con sorpresa – ¿sabe trabajar con aplicaciones informáticas…?

– No

– ¿Sabe contestar al teléfono? ¿hacer ganchillo? ¿macramé? – A cada pregunta una negativa rotunda – ¿la o con un canuto?

– No, pero soy un mulo de carga, una bestia parda, aguanto lo que me echen – dijo con una pasión arrebatadora – Me parto el lomo trabajando a destajo.

– CONTRATADO