Alicia al filo del bordillo de la acera miraba al asfalto negro, oscuro como un profundo e inmenso agujero.
Escudriñaba el río petroquímico que, en un alarde de originalidad, se había fundido ante sus ojos y transformado en un burbujeante fluido aceitoso y exultante, que pareciera saludarla con alegres explosiones y gases venenosos. Debía cruzar al otro lado…
Alicia poseía una fecunda imaginación, una imaginación voraz, terrorífica en ocasiones, que le brindaba toda una gama de diversiones; ideal para crear aventuras y peligros detrás de cada esquina ocultos en la cotidianidad: el pasillo de su casa era un pasadizo lleno de trampas idéntico al que tuviera que atravesar Indiana Jones en el Templo Maldito, las alfombras en monstruos que intentaban atraparla, las paredes en ralladores de queso asesinos que acechaban a los incautos…
“El país de las Pesadillas que se Cumplen” era un parque de atracciones donde a veces era la reina de corazones, otras el Sombrero Loco.
Debía cruzar al otro lado… y la acera se convirtió en una cuerda de equilibrista donde al fondo no le esperaba la red sino el vacío. El conejo blanco fiel y estúpido compañero, sacudía su reloj y brincaba llevado por la histeria sobre el cable…
¿Por qué era una pirata con patas de palo? ¿una muñequita de porcelana inarticulada? ¿qué juego era ese? ¿cuál era su finalidad? ¿Reír? ¿Llorar?… odiaba que le gustara tanto llevar las situaciones al límite, al extremo, donde era todo o nada, vida o muerte, alegría o desesperación. Un mundo de contrapuestos absolutos, distorsionado y moldeado a la medida de sus miedos.
Esa era su realidad, su mundo del que quisiera despertar, atravesar el espejo y descubrir que “El País de las Pesadillas que se Cumplen” había quedado atrás para siempre, y que el asfalto era asfalto… y que las alfombras pedazos de tela inerte…
Alicia quería cruzar al otro lado… pero no sabía cómo.
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Cruzar… al otro lado. Quizás en esta ocasión no vendrían mal esas alitas de ángel que nunca quise.
Muah!
Soñé por un momento que era aire, oxígeno nitrógeno y argón sin forma definida…
el otro lado también tiene dientes.
Pues estamos apañados!
Al otro lado le espera la cocina, la escoba y un delantal. Mejor se lo piense. Ah y lo bueno engorda.
Salut
a veces es preferible la cruda realidad 🙂
A veces las propias fantasías te absorven hasta que se cumplen… 😛