Esa mirada persistía en mi recuerdo, reaparecía en el rostro de los extraños convirtiéndolos en familiares; y aún con los ojos abiertos, ya lúcida, la veía intuida en cualquier rostro… como cuando uno mira directamente al sol y su imagen perdura aún con los ojos cerrados, mucho tiempo después de que este haya desaparecido tras el horizonte.
Sombras en la niebla