Ay madre, marcados por tu brillante efigie
Oscura estamos, de la noche y del aire
Eres espíritu de vida y muerte
Das con la diestra
y arrebatas con la siniestra.
Demonizada y deificada
Por aquellos que prometieron amarte
Por aquellos que juraron denostarte
Por los siglos de los siglos para siempre.
Ay madre, la eternidad es muy larga
Y por ti estigmatizados damos gracias
Que del jardín partieras y para nosotros
El mundo descubrieras infligiendo la ley severa.
Seremos a veces demonios y otras divinos
Pues es ahora el tiempo de tus hijos.
Por Arminda C. Ferrera