Si hoy fuera mi último día…

Si hoy fuera mi último día de esta vida
Si no hubiera un mañana con este cuerpo…

¿Habría en mí remordimiento o pesadumbre, por las cosas que no hice, por las cosas que no dije….? ¿Qué es lo que prevalece en el último momento de la vida?
¿Qué es lo que realmente importa, además de tener una conciencia tranquila?

No es una pregunta vana, pues a ese paso, estamos todos invitados, espero que más tarde que temprano.

Hay que enfrentarse a ella con el corazón liviano. No sea que esos momentos se conviertan en el verdadero infierno.

En esos últimos instantes no hay matices, no hay excusas… y se anclan como una losa de 10 mil toneladas los miedos, el arrepentimiento, y el darse cuenta de lo ciegos que hemos andado por esta vida presente.

Hay personas que temen el castigo divino; sin embargo, temo más a mi conciencia porque, no podemos escapar de nosotros mismos. No hay juez más inflexible y que nos conozca mejor.

Quizás pueda parecer pesimista, o negativo… pero tal vez, es con esa clarividencia, con la que hay que enfrentar la vida y medir la importancia de las cosas.

Fuego dentro del agua…

Y lejos de degradarse con el tiempo, como las letras escritas en un papel, cada día, cada noche, cada instante, en cada aliento, se hacía más fuerte y  más insondable, tanto que no hallaba principio ni final en esa inmensidad;  en ese silencio calmo henchido  de aquello que no se podía explicar con palabras.  De todo aquello que provocaba la risa y el llanto más sinceros, la cálida euforia desbordante y la respetuosa quietud,  al mismo tiempo.