La muerte de los Amantes

Tendremos un lecho de suaves olores,

Divanes profundos como sepulturas,

Y en tallos y búcaros nos darán las flores

Aromas extraños bajo albas más puras.

Nuestros corazones, amando a porfía,

Darán de su antorcha la llama postrera:

Dos llamas gemelas son tu alma y la mía,

Espejos que miran la eterna ribera.

Relámpago único, centella preciosa,

Una tarde mística, de azul y de rosa,

El adiós seremos, el llanto, el sollozo.

Y después un ángel, abriendo las puertas,

Los espejos turbios y las aguas muertas,

Resucitará temblando de gozo.

Por Baudelaire en Las flores del Mal

La Fuente de Sangre

Creo sentir a veces, que mi sangre en torrente

Se me escapa en sollozos lo mismo que una fuente.

Oigo perfectamente su queja dolorida,

Pero me palpo en vano para encontrar la herida.

Corre como si fuera regando un descampado,

Y en curioso islotes convierte el empedrado,

Apagando la sed que hay en toda criatura

Y tiñendo doquiera de rojo la Natura.

A menudo el vino he derramado

Que aplaque por un día mi terror. ¡Pero el vino

Torna a mirar más claro y el oído más fino!

Tampoco en el amor el olvido he encontrado:

Ha sido para mí un lecho de alfileres,

Hecho para saciar la sed de las mujeres.

de la obra “Las Flores del Mal” de Charles Baudelaire