Tendremos un lecho de suaves olores,
Divanes profundos como sepulturas,
Y en tallos y búcaros nos darán las flores
Aromas extraños bajo albas más puras.
Nuestros corazones, amando a porfía,
Darán de su antorcha la llama postrera:
Dos llamas gemelas son tu alma y la mía,
Espejos que miran la eterna ribera.
Relámpago único, centella preciosa,
Una tarde mística, de azul y de rosa,
El adiós seremos, el llanto, el sollozo.
Y después un ángel, abriendo las puertas,
Los espejos turbios y las aguas muertas,
Resucitará temblando de gozo.
Por Baudelaire en Las flores del Mal