Nota del autor: me gustaría especificar que a parte de las confesiones o a confesiones de cada uno, este post puede herir las sensibilidades individuales y/o colectivas de los lectores. Absténganse los débiles de corazón, los fanáticos ateos o religiosos; y si esta advertencia se pasara por alto, queda bajo su entera responsabilidad los efectos que pudiera causar a su persona la lectura del mismo.
Veo a dios, todos los días (como diría el niño del sexto sentido). Sí, sí, han leído bien. Lo veo desde lo alto mirándome con gesto de aprobación. Y como no soy persona egoísta, es decir, de naturaleza generosa y afable, he decidido compartir mis perlas de sabiduría. ¡OH no!, no me den las gracias, lo hago con sumo gusto.
¿Cómo ha ocurrido esto? ¿Cómo yo he sido elegida y uncida con tal bendición? A la primera pregunta les remito a «Cosas que te pueden ocurrir cuando te apeas de una guagua (autobús)»; a la segunda, es más difícil de contestar. Un cura diría que dios escribe recto en renglones torcidos, signifique lo que signifique (solo ellos pueden quedarse tranquilos soltando tremenda parrafada sin pestañear).
¡Veo a dios, todos los días! Es que ni yo misma me lo creo… pero no solo a él sino a toda la corte celestial en peso, con arcángeles, querubines, y todo ser alado de las inmediaciones. Soy la envidia de aquellos que buscan la perfección a través del martirio, del dolor y el suplicio, de aquellos que todas las noches se ajustan más el cilicio, se fustigan con maromas o caminan descalzos sobre carbones encendidos.
¿Cómo lo consigo? Cojan lápiz y papel, que voy a describir las herramientas necesarias para tener una experiencia extrasensorial, metafísico – religiosa:
Poseer una herida más o menos grande y no muy profunda (lo suficiente para que los receptores nerviosos hagan su trabajo) en alguna parte del cuerpo, a ser posible en una zona de extrema sensibilidad, que cumpla estas especificaciones: que esté quemada con ampollas, en carne viva (a gusto del consumidor), que tenga incrustada en ella piedritas, tierra u otros materiales (un consejo, el asfalto es lo mejor ya que además de lo anteriormente descrito contiene aceite de coche, alquitrán y otras sustancias indeterminadas).
No tomar ninguna sustancia química o natural que altere la experiencia, véase anestesia, anti inflamatorios, etc. (en mi caso fue sencillo, no toleraba la anestesia local)
Y un enfermero/a que esté dispuesto a ayudarte en tu ascensión espiritual, a pesar de tus ruegos. Porque esto, señores, es un trabajo de equipo. Si el enfermero/a realiza bien su cometido, ya estén relajados o tensos, lograrán al menos observar todas las constelaciones al completo.
Mi enfermera es una persona aplicada y que se toma su cometido con mucha profesionalidad: corta, raspa, desincrusta y limpia que es un primor. Tanto es así que ha tomado mi talón como si fuera un caldero quemado al que hay que frotar hasta dejar reluciente. Gracias a ello, asciendo al nirvana todos los santos días, hacia mi entrevista con el altísimo.
No quiero aburrirles con nuestras conversaciones, solo decirles que parecen eternas.
-¿Gozas mi vida?
– Inmensamente, mi amor
Así que yo, junto a otros pocos privilegiados como Warren Sánchez, conozco la verdad y es irrefutable… dios existe aunque sea solo para cagarse en él.
Por Arminda C. Ferrera
Jajajajajaja, 😀 Ay dioses, que se me saltan las lágrimas… Eres la única que puede sacar algo tan divertido de una experiencia tan dolorosa 😀
gozas, mi vida, tanto cómo yo?
sería capaz de tatuarme la última frase en el pecho.
Me alegro, aunque el mérito no es mío, dale gracias a la enfermera que me hace las curas que azuza mi ingenio
No me acuerdo quién decía eso de que nosotros somos nosotros y nuestras circunstancias 😛
Toma redundancia de la muerte…
Jajajajajajajaja!!!!….el dolor que acerca a Dios….=)
Bueno, es una tradición ampliamente extendida… en la edad media…