BEATRIZ.-Justamente, si no me da marido, cuya merced le imploro de rodillas todas las mañanas y todas las noches: «¡Señor! Yo no podría sufrir a un marido con toda la barba; preferiría acostarme con un montón de lana».
LEONATO.-Podéis poner los ojos en un marido sin barba.
BEATRIZ.-¿Y qué haría con él? ¿Vestirle con mis faldas y que me sirviese de doncella? Quien tiene barba es más que un mancebo, y el que carece de ella menos que un hombre. Si es más que mancebo es mucho hombre para mí, y si es menos que hombre, soy yo mucha mujer para él. Por consiguiente, prefiero tomar seis peniques de arras del guardaosos y conducir sus monos al infierno.
LEONATO.-Bueno; entonces, ¿irás al infierno?
BEATRIZ.-No, sino hasta la puerta. Allí me saldrá al encuentro el diablo, quien, con sus cuernos en la cabeza, como un viejo cornudo, me dirá: «Anda al cielo, Beatriz, anda al cielo; aquí no hay sitio para doncellas como tú». Entonces yo le dejaré mis monos y me encaminaré al cielo en busca de San Pedro. Él me enseñará dónde se sientan los solterones, y allí viviremos tan dichosos cuan largo es el día.
ANTONIO. A HERO.- Bueno, sobrina; confío en que os dejaréis guiar por vuestro padre.
BEATRIZ.-Sí, a fe; el deber de mi prima es hacer una reverencia y decir: «Como os guste, padre». Pero, sobre todo, prima, que sea buen mozo; o de lo contrario, haz otra reverencia y di: «Padre, como a mí me guste».
LEONATO.-Vamos, sobrina, espero veros un día provista de esposo.
BEATRIZ.-No será en tanto Dios no haga a los hombres de otra sustancia distinta a la tierra. ¿No es desesperante para una mujer el verse dominada por un puñado de polvo valiente y tener que rendir cuentas de su vida a un terrón de cieno petulante? No, tío; no quiero a ninguno. Los hijos de Adán son mis hermanos; y, francamente, tendría por pecado buscar un esposo en mi familia.
LEONATO.-Hija, acordaos de lo que os he dicho. Si el príncipe os solicita en ese sentido, ya sabéis la respuesta que habéis de darle.
BEATRIZ.-Prima, culpa será de la música, si no sois cortejada a su debido tiempo. Si el príncipe se muestra demasiado importuno, decidle que en todo hay compás, y bailad en vez de contestarle. Porque, oídme, Hero: el enamorarse, el casarse y el arrepentirse son, respectivamente, como una giga escocesa, un minué y una zarabanda; el primer galanteo es ardiente y rápido, como la giga escocesa, y no menos fantástico; el casamiento es formal y grave, como el minué, lleno de dignidad y antigüedad; y luego viene el arrepentimiento y con sus piernas vacilantes toma parte en la zarabanda, cada vez más torpe y más pesado, hasta que se hunde en la tumba.
LEONATO.-Sobrina, siempre miráis las cosas por el lado desfavorable.
BEATRIZ.-Tengo muy buena vista, tío. Soy capaz de distinguir una iglesia en pleno día.
Mucho ruido y pocas nueces (William Shakespeare)
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siento especial debilidad por esta obra.
Es una de mis preferidas Vittt
Jajajaja, escena genial! Adoro esa obra! Aunque reconozco que siempre me vencerá Romeo y Julieta, o Hamlet 😀
Besos
Hamlet y Romeo y julieta… sí son obras que me gustan mucho. Pero también sus comedias tienen su aquel.
yo soy más de iago
Eari.. bien sabes lo que me gustan las tragedias, no puedo evitarlo… Pero comedias, sin duda, ésta y [i]El sueño de una noche de Verano[/i].